Desde
el principio del viaje, El desafortunado intento (Boria Ediciones, 2018) de María Marín (Cieza, 1991) ha enterrado
cualquier sentimiento de frustración que pudiera sentir como lectora,
colocándome, cual enajenada mental, en la consulta idónea con la psiquiatra
precisa. Sin yo ponerle remedio, Marín ha sustituido la venda de mis ojos por
unos grilletes, y me ha conducido, a lo largo de sus afortunados versos, por
una cabeza que bien podría ser el psiquiátrico de Ashecliffe en Shutther Island
(Martin Scorsese, 2010). Marín y Martin, Martin y Marín; perdonen mi absurdo juego
de palabras, pero la poeta y el director tienen mucho que celebrar.
La
ciezana abre su opera prima con unos versos que te enganchan al aspecto thriller de su poemario, mientras juega
a mantenerte despierta. Te atrapa en la oscuridad para luego mostrar el
armisticio:
Dime, ¿piensas en
mí
como yo en ti?
Le dijo el caníbal
a su psiquiatra
mientras se
limpiaba la baba
con un pañuelo
blanco.
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A
veces, la autora entra en esa dualidad y te hace divagar sobre el rol que
desempeñas en la lectura, ¿serás víctima o verdugo de quien escribe? También es
previsora y nos avisa de los peligros que podemos encontrar fuera del hogar, en
los mapas
que dibujamos. Marín maneja bien el arte menor y los tempos del verso, para
dejarte un mensaje claro: esta es mi patria.
[…]Les diré lo que
sé:
yo soy las personas
que me quedan,
que se quedan,
que quedan,
cuando yo también
he decidido
marcharme.
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A Dios pongo por
testigo que los
elementos de la naturaleza son para la autora una pieza clave en el
rompecabezas de la existencia: ¿qué es el viento (wind)?, ¿qué son las
olas del mar? y ¿qué son las islas? Son las atalayas desde donde María Marín
quiere que observes.
En
mitad del bosque hay un claro, pero es un claro con niebla. Este nos alimenta
de savia ya saboreada, vuelven los tambores que claman la patria y Marín nos invita,
con dulzura y realidad, a degustar la enfermedad más dolorosa que existe: la
pérdida de memoria.
Para
finalizar y después de todo, María define el perfecto telón final:
Un auditorio vacío
escucha el diluvio.
No hay aplausos.
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Como
conclusión, añadiré que El desafortunado
intento no te destierra al agujero negro recién fotografiado, ya que es el
diálogo interno que te perfila entre Hannibal Lecter y Clarice Sterling, entre
locos y cuerdos.
Valoración:
4/5
Tipo de recomendación: O lees El desafortunado intento, o dejas que el caníbal te devore.
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