jueves, 11 de abril de 2019

RESEÑA: "El desafortunado intento", de María Marín (Boria Ediciones)

Desde el principio del viaje, El desafortunado intento (Boria Ediciones, 2018) de María Marín (Cieza, 1991) ha enterrado cualquier sentimiento de frustración que pudiera sentir como lectora, colocándome, cual enajenada mental, en la consulta idónea con la psiquiatra precisa. Sin yo ponerle remedio, Marín ha sustituido la venda de mis ojos por unos grilletes, y me ha conducido, a lo largo de sus afortunados versos, por una cabeza que bien podría ser el psiquiátrico de Ashecliffe en Shutther Island (Martin Scorsese, 2010). Marín y Martin, Martin y Marín; perdonen mi absurdo juego de palabras, pero la poeta y el director tienen mucho que celebrar.

La ciezana abre su opera prima con unos versos que te enganchan al aspecto thriller de su poemario, mientras juega a mantenerte despierta. Te atrapa en la oscuridad para luego mostrar el armisticio:


Dime, ¿piensas en mí
como yo en ti?

Le dijo el caníbal
a su psiquiatra
mientras se limpiaba la baba
con un pañuelo blanco.


A veces, la autora entra en esa dualidad y te hace divagar sobre el rol que desempeñas en la lectura, ¿serás víctima o verdugo de quien escribe? También es previsora y nos avisa de los peligros que podemos encontrar fuera del hogar, en los mapas que dibujamos. Marín maneja bien el arte menor y los tempos del verso, para dejarte un mensaje claro: esta es mi patria.


[…]Les diré lo que sé:
yo soy las personas
que me quedan,
que se quedan,
que quedan,
cuando yo también
he decidido marcharme.


A Dios pongo por testigo que los elementos de la naturaleza son para la autora una pieza clave en el rompecabezas de la existencia: ¿qué es el viento (wind)?, ¿qué son las olas del mar? y ¿qué son las islas? Son las atalayas desde donde María Marín quiere que observes.

En mitad del bosque hay un claro, pero es un claro con niebla. Este nos alimenta de savia ya saboreada, vuelven los tambores que claman la patria y Marín nos invita, con dulzura y realidad, a degustar la enfermedad más dolorosa que existe: la pérdida de memoria.

Para finalizar y después de todo, María define el perfecto telón final:


Un auditorio vacío
escucha el diluvio.

No hay aplausos.


Como conclusión, añadiré que El desafortunado intento no te destierra al agujero negro recién fotografiado, ya que es el diálogo interno que te perfila entre Hannibal Lecter y Clarice Sterling, entre locos y cuerdos.




Valoración: 4/5
Tipo de recomendación: O lees El desafortunado intento, o dejas que el caníbal te devore.

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